El camino del exceso

Ayer fui sorprendida por el espíritu del vino. Vino a mi disfrazado de wisky, el wisky me gusta, me hace pensar en el tiempo, tantas cosas que pueden pasar en 15 años, yo cuando me tomo una botella me tomo todo le ha pasado a todo el mundo desde el día del nacimiento y fallecimiento en mis manos del producto.
Por eso no se me ocurre nada más que ponerme nostálgica.

Cuando ya tenia unos treinta años encima, me di cuenta de que estaba feliz, de que necesito urgentemente una hecatombe y que esas cosas solo suelen pasar por casualidad.

Pienso que mucha gente toma porque si, por estar borracha, el alcohol es un problema social, cierto es, deberíamos medir a las sociedades por sus borrachos, porque borracho uno es una válvula de escape andante. Siempre somos nosotros, hasta cuando estamos reprimidos, no es una cuestión de que estando bajo alguna influencia estas viendo la VERDAD, la verdad, a mi parecer, está hasta en la mentira.

En todo caso, sigo caminando, ayer con los presentes nos pusimos a ver todas esas anormalidades que uno puede hacer con su cuerpo, como mover las orejas, tener los poros de debajo de la lengua muy grandes siendo posible lanzar un chisguete, tocarse la nariz con la lengua, tocarse los nervios de la cara y mover el labio involuntariamente (es un cuadro horrible). Yo perdí. Pensándolo bien si no creo en la insatisfacción debería estar mas conciente de mis necesidades.