Esta es la cuarta vez que trato de escribir este post. Esta madrugada me levante con el timbre del teléfono a las cinco de la mañana, era mi hermana. Mi hermana se llama Adriana.
Quisiera escribir este post a ella.
Primero: este post es de cierre de temporada, por así decirlo. Me voy a tomar un tiempo sin postear mientras hago los cambios que quiero hacer y sigo rogando a todas los amigos que he camelleado para que me ayuden en Sin Imprenta.
En todo caso quiero escribirle un post a mi hermana, para que sonría un poco y no se le haga tan grande Barcelona.
Si una loca se te acerca a las dos de la tarde y te grita al oído que la sueltes, se debe uno parar en ese mismo instante, como que si tuviera las zapatillas de punta de cuando teníamos ocho años, y haces el Grand Plie que aprendiste misteriosamente para nunca olvidar.
No creo querida flacuchenta que debas dejar de dormir por las dicotomías, lo más probable es que todas las decisiones que tomas todos los días tengan repercusiones igual de abominables que verte desde aquí subirte a un avión para que cruces medio universo, tantos universos.
Tampoco creo que nadie debería preocuparse por el olvido, sin embargo lo hacemos, a lo mejor después no somos este que está pensando, algún otro Gil. No creo que pueda decirte nada para que te sientas mejor. Así que mejor hago como esos blogs tan divertidos que cuentan historias extraordinarias de gente que asiste a grandes orgías o grandes fiestas en Ibiza.
Nada extraordinario…
El día del padre: la abuela y la madre teniendo una discusión a gritos de cómo se pudre la gente en el cementerio. Estábamos atrás de la casa de la abuela ahí donde esta el horno de carbón y las hamacas, yo con un delantal insuficiente (la abuela mujer pequeña pretende salvar mi camisa blanca con sus delantal). Huesudo corre que da miedo, quien diría que correría, yo cada vez que lo veo correr me siento orgullosisima, yo fui la de la necedad, por dios no lo maten que de peores ha salido, a pesar de lo horrible que era verlo arrastrarse. Mira tú lo misma se aplica en este caso: de peores hemos salido, o a lo mejor de más fáciles hemos de salir. Entonces la abuela y la madre en lucha encarnizada, tanta necedad, para más de hablar de la muerte, mi mama gritando “pero si allí lo que esta es un cuerpo pudriéndose” y la abuela abre los brazos y le dice que eso no tiene nada que ver, que uno no tiene porque andar pudriéndose solo si ha tenido gente que lo ha querido mucho. “entonces UD piensa que yo no quería a mi papa” y la cosa se puso interesante. Justo cuando se pone interesante se mete Juan “abuela ya no importa yo le llevo flores cuando se muera” todos se ríen, me termino de abrir la cerveza y me dirijo a la olla gigante con el chancho victima, ahí estaba la abuela llorando porque se iba a pudrir sola. Yo esboce un “no sea bruta abuelita” siguiente escena: yo siguiendo a mi abuela para tratar de besuquearla, ella lloraba amargamente. Luego nada de lo sucedido tuvo importancia.
Ahora de nuevo converso contigo, ya se que la dicotomía no es lo que te tiene mas flaca, sino que sabes lo que vas a hacer, aunque signifique muchos mails entre nosotros. Así que ahora que me digo hasta luego mejor y mato a dos pájaros de un solo tiro, me despido de Edipa, regreso cuando sepa usar correctamente signos de puntuación, con mejor compañía y diseños más acordes. Y cuando tenga miles de dólares para irme a Australia, no podemos hacer la escena del inmigrante desde acá, de vos flacuchenta no hay despide, sino de la idea de que muy cerca estaríamos peleándonos por cosas que no importan. Como quien se pudre en un cementerio y quien debería acompañarlo.
Esto de escribir con Uds. ha sido un placer.
Tenemos el sexo y el rock y la droga,
los pies en el barrio, y el grito en el cielo,
tenemos Quintero, León y Quiroga,
y un bisnes pendiente con Pedro Botero.
Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.
Tenemos un as escondido en la manga,
tenemos nostalgia, piedad, insolencia,
monjas de Fellini, curas de Berlanga,
veneno, resaca, perfume, violencia.
Tenemos un techo con libros y besos,
tenemos el morbo, los celos, la sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el lujo de no tener hambre.
Màs de cien mentiras
Joaquin Sabina