Niños
Cuando vi el trafico esta noche, con el consuelo de que iba a ir a ver una pelicula de Monty Phyton y algún buen chiste me iba a quitar todas las ganas putear que por lo general me duran hasta que me encuentre el sueño sudoroso en la madrugada, pensé que el día del niño había sido un éxito... . creo que el día de los niños en general debe ser peor para los hombre, entiendo el miedo, en este caso la separación arbitraria de genero se da en el peligro que corren los aparatos reproductores masculinos cuando hay niños de ocho años corriendo al azar entre sus piernas.
Solo puedo sentir pena.
Es que hay que ser puro como un niño me dicen. En la calle se aprende de todo, se llega a grandes conclusiones. Con mi hermano tuvimos una epifanía en conjunto un día . Delante de nosotros una camioneta con un flaco de unos doce años sentado entre tres mil cachivaches, mi hermano y yo nos miramos, sabíamos la historia a pulso: se están cambiando de casa, el enano ya no entre adelante, mándalo atrás.
Con Juan en coro nos dijimos, es una mierda ser niño.
Ojo, que tuvimos una infancia bomba, muchos hermanos, muchos primos, muchos juegos, mucho cariño y los mejores fines de semana en Jipijapa sin ninguna restricción más que el agua fría con las que nos bañaban en mazo al final del día. Cuando nos pegaban era un espectáculo, teníamos casi todos las misma edad, con métodos arcaicos de escape, yo siempre la mas lenta caía primero, mientras Juan le decía a Adriana, déjala ñaña ya no puedes hacer nada. Y bueno nunca nos pegaron fuerte, y siempre les daba un poco de pena, si era mi madre terminabamos consolandola.
Pero es una mierda ser un niño por otras razones. Tu convencido que el peor asiento es el mejor asiento. Mientras todos los grandes se comían sus langostinos, a los niños les daban el pollo que nadie quería. Y por los mil demonios, ¿a quien no lo dejaron cincuenta años esperando en un carro?, una vez mi mama nos dejo tanto tiempo que se murió mi hamster. Ella lo niega hasta ahora, y nosotros la dejamos negarlo, porque es una gran madre, tiene métodos macabros y efectivos, además de que cae bien. Nosotros teníamos la responsabilidad de no caernos, no quemarnos, no electrocutarnos. Responsabilidades que obviamos hasta que nos ataco el sentido común, mientras, todos nos caímos de algún segundo piso. ¿Quien ha tratado de levantar algo con dedos que miden cinco centímetros?. Que alguien lo haga ahora y me diga cuantos vasos quiebra en media hora. Sin embargo de niño ahí estas cargando las cosas con tus manos pequeñas, sintiéndote tan culpable por un puto plato.
No se que era peor: que mis papas nos dejen en el colegio hasta las seis de la tarde porque uno pensó que el otro nos iba a ir a ver o ir en bus. Probé las dos torturas. Debo decir que el bus del colegio es un micro universo necesario para todo ser humano. Es mejor que estés preparado desde pequeño para entender cuan complicada se pueden poner las cosas que no importan, como saber quien se sienta en la ultima fila. Sin mencionar los ejercicios de poder en ese circulo darwiniano que son los colegios, esto no fue tan trashumante en mi caso porque, a pesar de ser una niña desconectada y nerd, blanco propicio para lo mejores apodos e insultos posibles, siempre fui bien alta y medio grandota, así que digamos que la naturaleza y los genes jugaron a mi favor y no supe mucho lo que era la opresión del mas grande. Me puedo imaginar.
Las cosas tan insignificantes deben ser una gran enseñanza. A mi no me dejaban que me regalen nada en el colegio, nunca pude aprovechar la estupidez de mis compañeros adinerado porque ni bien me regalaban la traper keeper modelo del año. Mis papas me recibía con una puteada y con la vergüenza de devolverla al día siguiente.
Nada regalado me decían. Así querían dejarme alguna gran moraleja.. y así es todo el mundo cuando uno es niño, te quieren atascar de moralejas.
Por la puta, que es una mierda ser niño. Ser peñíscado por señoras que exigen que las recuerdes de cuando tenias un año, mientras te babosean con un beso. Extraños que conocen a tus papas por siglos besuqueándote y examinándote todo para ver a quien te pareces.
Y tu vida expuesta sin la menos preocupación ante los mejores postores. No existe el derecho de escoger las cosas que son privadas hasta que te conviertes en un idiota y empiezas a odiar a todo el mundo. Para ese entonces ya es demasiado tarde, descubres el poder de lanzar la puerta y pintarte la cara. Pero ya no eres tu, ya no eres el enano que se lanzaba barranco abajo en bicicleta para entrar a algún club súper secreto en Cayo. Eres otra clase de idiota, te sientas en la penúltima línea del expreso escolar, con respuestas, y unas ganas de manejar , que solo serán disipadas cuando descubras lo horrible que es hacerlo.
No, ya no te mandan a la mesa donde sirven pollo. Ahí, cuando ya puede ser perfecto ser un niño... eres un gil con la edad del burro.
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