<"DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN" "http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd"> Sin Imprenta: Tráfico

2/20/2005

Tráfico


No sabes como seguir
Ya no hay sueños que cumplir
Nada nuevo que sentir
Solo la muerte
No vuelvas a caer
Que te podes perder
No hay regreso
No hay regreso esta vez
¿Es que no te diste cuenta que la vida era una fiesta?
Este vacío.

Lo pienso mucho
Mientras tomo el volante con las dos manos en la avenida Machala seis y media de la tarde. La música no se escapa por las ventanas cerradas, de afuera se me debe ver ridícula cantando sola. Aunque nadie tiene tiempo para mirarme, en esta avenida 6 carriles en una selva donde puedes aprender todo lo que necesitas aprender en 10 semáforos.

En lo mío noto cierta nostalgia. En todas mis cosas, ya sabes depende de la música de fondo. La música sigue atrapada entre estos vidrios sin ventoleras, un invento impresionante si me dejas acotar; buenas ideas son asesinadas por el tiempo, todos los días reemplazados por ideas mas practicas.

El espacio en el que nos conocemos solo conoce una ley, todo lo que no decimos será utilizado en nuestra contra. Este señor de unos cuarenta años, camiseta roja, camioneta azul me está apuntando con los dos ojos que tiene a los lados de la nariz. Se entendería si le hago una mueca si le compruebo que estoy viva; al menos para mi seria imprescindible.

Semáforo en verde. Busquemos un cigarrillo.

No se si tenga ganas de fumar, el riesgo es lo que me impulsa, mi mente comprobando con las manos que las cosas son exactamente como las recuerda, comparando texturas en las yemas para encontrar la cartera, dibujando la figura geométrica rectangular sepultada en facturas, un libro que llevo por miedo, un celular que siempre pierdo, al final papel plástico roto y una boca abriéndose. Al fin el cigarrillo y la mano se encuentran.
En el campo de batalla, el volante sigue su camino torpemente, el pie no ha soltado el acelerador. Peligroso sacar el cigarrillo en la Machala a las seis y cuarenta pero prenderlo es cuestión de suerte.

Seis y cuarenta y cinco, tengo que tomar una decisión
En un acto de precisión espontánea todos los semáforos se han puesto en verde. El encendedor aun lo tengo en la mano, incomprendido. Fumar y su momentun igual de urgente que dejarlo todo para practicar mi destreza, acelerar, aplicar lo aprendido, romper uno o dos leyes, llegar y aprovechar el destino.
Empacada al vació en este carro, seis y cuarenta y seis, te recuerdo, repito la misma canción del disco, subo el volumen. Se me debe ver ridícula en este momento, si es que alguien esta mirando.

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