Fragmento I (Escrito por El Mediodìa)
Parece que las rutinas son los que mas no golpea, la única solución coherente que le veo es la locura…
Eso me salio cursisimo.
Aquí va otra contribución para sin imprenta. El Mediodia bloggero propietario de Rutina de vida posmoderna, cualquier personas que tenga el valor de ponerle a su blog la palabra postmoderna en el titulo, debería vivir por acá para que le invite una cerveza.
Como siempre buen provecho.
Fragmento I
No se porque estoy aquí. Cada día despierto en este cuarto frío y oscuro, apenas iluminado por esos pálidos reflejos que ingresan a través de los barrotes de aquella inalcanzable ventana. Solo sé que con los reflejos empieza el día, y con el mi habitual rutina.
Me levanto del rincón y me pongo de pie. Doy una vuelta para estirar las piernas. Y como siempre que se inicia el día siento el incontenible deseo de vaciarme, me dirijo al baño, a descansar mis entrañas. Entrañas descansadas, a sentarme en un rincón, donde la luz da de frente y siento el calor sobre mi piel. Perpendicular a mi la puerta de hierro, que miro con ansiedad. En ella reside toda mi felicidad, todo lo que espero, el sentido de mi vida.
Espero y pienso, mirando la puerta. Pienso en lo efímero del momento por venir. Al comienzo duraba aun menos. Con los años he aprendido ha prolongar el acto, retrasar el final. Más despacio, pero sin pausas. Porque no se puede parar y continuar después. La experiencia me lo enseñó. La suma de las partes aisladas en el tiempo resulta infinitamente inferior a la sensación de la totalidad. Así que intento extenderlo lo más posible, saboreando al máximo las sensaciones de cada momento.
Pienso en el final. Solo un instante me siento lleno. El sentimiento de vacío se apodera posteriormente desplazando el placer antes en mi. Solo quedan el recuerdo y la añoranza. Y la espera.
Pero no debo adelantarme a los acontecimientos. El final aun se encuentra lejos. El vacío está presente, mas pronto se desvanecerá. Aunque sea por un momento.
Entonces escucho los sonidos que lo anuncian. Tras largas cavilaciones y comparaciones con los míos propios he concluido que son ruidos de pasos. No son idénticos a los producidos por mis pies. Los míos son débiles, asemejando un quejido. Aquellos son fuertes, transmiten autoridad. Autoridad de qué o de quién, lo ignoro. O tal vez me encuentre equivocado. Juraría que son pasos.
Basta de meditaciones metafísicas. No me aportan nada. Me distraen de la realidad. La realidad es que al sonido procede la aparición
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